26. »¡Pero ahora tus estadistas conducen tu barco, es decir, los negocios del reino, hacia un desastroso huracán! ¡Tu poderosa nave peligra ante la fuerte tormenta que viene del este, y sufres el naufragio en medio de los mares!
27. ¡Todo está perdido! ¡Tus riquezas y mercaderías, tus marineros y pilotos, tus constructores de barcos y mercaderes, soldados y toda la gente se hunden en el mar en el día de tu ruina inmensa!
28. ¡Las ciudades vecinas tiemblan ante el sonido de tus pilotos que gritan de miedo! ¡Todos tus marineros que estaban en alta mar vienen a tierra y observan desde la costa,
30. llorando amargamente, echando polvo sobre sus cabezas y revolcándose en cenizas!
31. ¡Se rapan las cabezas en señal de duelo y se visten de saco y lloran por ti con profunda amargura y desesperación!
32. »Y este es su canto triste que te dedican: “¿Dónde en todo el mundo hubo jamás una ciudad tan maravillosa como Tiro, la que fue destruida en medio del mar?
33. Tus mercaderías satisfacían las necesidades de muchas naciones. Reyes de los reinos más lejanos de la tierra se regocijaban en las riquezas que tú les enviabas.
34. Ahora yaces quebrantada bajo el mar; toda tu mercadería y tu tripulación han perecido contigo.
35. Todos los que viven sobre las costas observan, incrédulos. Sus reyes están espantados y miran con caras demudadas.
36. Los mercaderes de las naciones menean sus cabezas, pues tu destino es terrible, has perecido para siempre”».