2. «Hombre mortal, me dijo, recrimina a Jerusalén por sus horribles maldades. Comunícales que el SEÑOR dice:
3. ¡Tú no eres mejor que la gente de Canaán, tu padre debe haber sido un amorreo y tu madre una hitita!
4. Cuando naciste nadie te cuidó como es debido. Cuando primero te vi, tu cordón umbilical no había sido cortado, ni se te había lavado, ni frotado con sal, ni fajado, como es la costumbre en estos casos.
5. Nadie tenía el menor interés en ti; nadie se compadeció de ti ni te cuidó. En aquel día en que naciste fuiste arrojada en el campo y dejada para morir.
6. »Pero yo pasé por allí y te vi cubierta con tu propia sangre y te dije: ¡Vive!
7. ¡Florece como una planta en el campo! ¡Y así fue! Creciste y te hiciste grande, delgada y flexible, ¡una chica realmente hermosa! Y cuando llegaste a la pubertad tus pechos estaban bien formados y tu vello púbico había crecido; pero estabas desnuda.
8. »Más tarde, cuando yo pasé y te vi de nuevo, ya tenías edad como para casarte, y yo tendí sobre ti mi manto como es la costumbre para declarar legalmente mi voto de matrimonio. Firmé un convenio contigo y llegaste a ser mía.
11. Te di hermosas joyas, brazaletes y primorosos collares,
12. un anillo para tu nariz y dos más para tus orejas, y una espléndida diadema para tu cabeza.