28. Rueguen al SEÑOR que termine este terrible azote, pues ya hemos tenido suficientes truenos y granizo, y yo dejaré salir a su pueblo al instante.
29. —Muy bien —respondió Moisés—. Tan pronto como yo haya salido de la ciudad, levantaré las manos hacia el SEÑOR, y los truenos y el granizo se detendrán. Esto te probará que el SEÑOR reina en la tierra.
30. Pero yo sé que ni tú ni tus funcionarios están todavía dispuestos a obedecer a Dios, el SEÑOR.
31. Todo el lino y la cebada se perdieron, porque la cebada estaba madura y el lino estaba en flor;
32. pero el trigo y el centeno no fueron destruidos, porque aún no habían brotado de la tierra.
33. Moisés salió de la presencia del faraón, y ya fuera de la ciudad levantó las manos hacia el SEÑOR. Al instante, los truenos y el granizo se detuvieron, y cesó la lluvia.
34. Cuando el faraón y sus funcionarios vieron esto, pecaron aún más, pues no cumplieron lo que habían prometido.
35. El faraón negó el permiso para que el pueblo saliera, tal como el SEÑOR le había advertido a Moisés.