Exodo 32:8-25 Nueva Biblia al Día (NBD)

8. y pronto han abandonado mis leyes. Han hecho un becerro y lo han adorado; le han ofrecido sacrificios y han dicho: «¡Israel, éste es tu dios que te sacó de Egipto!»

9. El SEÑOR añadió:—He visto que este pueblo es rebelde y testarudo.

10. Deja que desate contra ellos mi ira y los destruya; y de ti, Moisés, haré otra nación grande.

11. Pero Moisés le rogó al SEÑOR que no lo hiciera.—SEÑOR —suplicó—, ¿por qué se ha encendido tanto tu ira contra este tu pueblo, al que sacaste de Egipto con tu gran poder y tan grandes milagros?

12. ¿Quieres que los egipcios digan: «Dios los engañó y los hizo ir a las montañas para matarlos y borrarlos de la tierra»? Aparta tu ira y no le hagas eso a tu pueblo.

13. Recuerda lo que le prometiste a tus siervos Abraham, Isaac e Israel cuando juraste por ti mismo: «Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda la tierra que he prometido a tus descendientes, y la heredarán para siempre».

14. Entonces el SEÑOR tuvo compasión de ellos y no los destruyó.

15. Luego Moisés descendió del monte, llevando en sus manos las dos tablas de piedra, en las que estaban escritos los mandamientos por ambos lados.

16. Dios mismo preparó las tablas y escribió en ellas.

17. Cuando Josué oyó el bullicio del pueblo que gritaba, le dijo a Moisés:—Suena como si estuvieran preparándose para la guerra.

18. Pero Moisés le respondió:—No es grito de victoria ni de derrota lo que yo oigo; lo que escucho son canciones.

19. Cuando llegaron cerca del campamento, Moisés vio el becerro y las danzas, y con terrible ira arrojó las tablas al suelo, al pie del monte, y se rompieron.

20. Luego tomó el becerro, lo fundió en fuego, y cuando se enfrió el metal, lo molió hasta hacerlo polvo. Mezcló ese polvo con agua, para que el pueblo bebiera.

21. Después se dirigió a Aarón, y le preguntó:—¿Qué te ha hecho este pueblo, para que le hagas cometer este terrible pecado?

22. —No te enojes tanto —dijo Aarón —. Tú bien sabes que este pueblo es inclinado a la maldad.

23. Ellos me dijeron. “Haznos un dios que nos dirija, porque algo le habrá ocurrido a Moisés, el que nos sacó de Egipto”.

24. Entonces les dije: “tráiganme sus aretes”. Ellos me los trajeron, los eché al fuego... y ¡salió este becerro!

25. Cuando Moisés vio que Aarón no había podido guiar bien a los israelitas, y que por eso se habían vuelto locos, de tal modo que la gente de otros pueblos se estaban burlando de ellos,

Exodo 32