6. Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven, antes que se rompa el cordón de plata, se quiebre la escudilla de oro y el cántaro se quiebre junto a la fuente y la rueda se haga trizas en la cisterna;
7. y el polvo vuelva a la tierra de donde vino, y el espíritu regrese a Dios que lo dio.
8. Vanidad tras vanidad, dice el Predicador; todo es vanidad.
9. Pero luego, ya que el Predicador era sabio, continuó enseñándole al pueblo todo lo que sabía; y recogió proverbios y los clasificó.
10. Porque el Predicador no sólo era un sabio, sino un buen maestro; no sólo enseñaba al pueblo, sino que lo hacía de modo interesante.
11. Las palabras del sabio son como aguijones que mueven a la acción. Destacan importantes enseñanzas. Los alumnos que captan lo que sus maestros dicen son listos.
12. Pero tú, hijo mío, date por advertido: son infinitas las opiniones que pueden expresarse. Su estudio puede prolongarse eternamente, y volverse gran fatiga.
13. Y esta es mi conclusión definitiva: teme a Dios y obedece sus mandamientos, porque esto es lo más importado para todo hombre y mujer.
14. Porque Dios nos juzgará por cuanto hacemos, inclusive lo oculto, sea bueno o malo.