26. »Pero el pueblo no quiso entrar y se rebeló contra el mandamiento del SEÑOR.
27. Todos a una sola voz murmuraron y se quejaron en sus tiendas y dijeron: “El SEÑOR debe aborrecernos pues nos ha sacado de Egipto para ser asesinados en el desierto por estos amorreos.
28. ¿A dónde vamos a entrar? Nuestros hermanos que han visitado la tierra nos han atemorizado con todo lo que nos contaron. Dicen que la gente de esa tierra es alta y fuerte, y que los muros de sus ciudades llegan hasta el cielo. Por si fuera poco, han visto gigantes allí: los descendientes de Anac”.
29. »Pero yo les dije: “No teman.
30. El SEÑOR nuestro Dios irá delante, y peleará por ustedes como lo hizo en Egipto.
31. Él nos ha cuidado en nuestra peregrinación por el desierto de la manera que un padre cuida a sus hijos”.
32. Pero nada de lo que les dije los convenció. No quisieron creer al SEÑOR nuestro Dios,
33. quien los había guiado por el camino y había elegido los mejores lugares para que acamparan, y los había guiado con una columna de fuego por la noche y una columna de nubes durante el día.
34. »El SEÑOR oyó la queja de los israelitas y se enojó.
35. Juró que nadie de esa generación viviría para ver las bondades de la tierra que había prometido a sus antepasados.
36. Caleb (hijo de Jefone) es el único que, por haber confiado completamente en el SEÑOR, recibirá, para él y sus descendientes, como heredad personal parte de la tierra sobre la cual había andado.
37. »Y el SEÑOR también se enojó conmigo por causa del pueblo, y me dijo: “Tampoco tú entrarás en la tierra prometida.