22. Y por estar el horno demasiado caliente, por la orden que había dado el rey en su gran cólera, ¡las llamaradas mataron a los soldados al acercarse al horno para arrojar a los tres jóvenes!
23. Así Sadrac, Mesac y Abednego cayeron atados en medio de las llamas.
24. Pero de pronto, asombrado Nabucodonosor, se levantó a toda prisa y preguntó a sus consejeros:—¿No atamos y arrojamos a tres hombres al horno?Ellos le respondieron:—Así es, Su Majestad.
25. —¡Pero miren!, gritó el rey Nabucodonosor, ¡yo estoy viendo cuatro hombres sueltos, paseándose en medio del fuego, y ni siquiera han sufrido daño de las llamas! ¡Y el cuarto se parece a un dios!
26. Luego Nabucodonosor se acercó lo más posible a la puerta abierta del horno ardiente y gritó:—¡Sadrac, Mesac y Abednego, servidores del Dios altísimo, salgan y vengan aquí!Entonces ellos salieron de en medio del fuego.
27. Los príncipes, gobernadores, capitanes y consejeros se juntaron a su alrededor y comprobaron que el fuego no los había tocado, ni siquiera un pelo de sus cabezas se había chamuscado, su ropa estaba intacta, ¡ni el olor a quemado se les había pegado!