35. —No —respondió él—, yo soy demasiado viejo para ello.
36. Ya tengo ochenta años y la vida ha perdido el gusto para mí. El alimento y el vino ya no me saben a nada, y ni siquiera puedo escuchar bien las voces de los cantores y cantoras. Yo sólo sería una carga para mi SEÑOR, el rey.
37. El único honor que quiero es cruzar el río con usted.
38. Y luego permítame que regrese y muera en mi ciudad, donde mi padre y mi madre están enterrados. Pero aquí está Quimán, su siervo. Que él vaya con usted a la ciudad y reciba todas las buenas cosas que usted quiera darle.
39. —Bien —dijo el rey—. Quimán irá conmigo, y yo haré por él lo que habría hecho por ti.
40. Todo el pueblo cruzó el río Jordán con el rey; y después que David besó y dio su bendición a Barzilay, éste regresó a su casa.
41. El rey siguió a Guilgal, llevando a Quimán consigo. Y la mayor parte de Judá y la mitad de Israel estaba allí para recibirlo.
42. Pero los hombres de Israel se quejaron al rey, porque solamente fueron hombres de Judá los que les ayudaron a cruzar al río a él y a su familia.
43. —¿Por qué no? —respondieron los hombres de Judá—. El rey es de nuestra tribu. ¿Por qué esto les ha de causar enojo? ¿Acaso le hemos cobrado? Él no nos ha dado ni comida ni regalos.
44. —Pero hay diez tribus en Israel —respondieron los otros—, de modo que tenemos diez veces más derecho delante del rey que ustedes. ¿Por qué no nos invitaron? No olviden que fuimos los primeros en hablar de hacer volver al rey.La disputa continuó, y las palabras de los de Judá fueron más violentas que las de los de Israel.