2-3. envió por una mujer de Tecoa, que tenía reputación de gran sabiduría, y le dijo que pidiera una entrevista con el rey. Pero antes de que la mujer se presentara delante del rey, Joab le dijo:—Vístete de luto, no te eches perfume, como si estuvieras de duelo por un hijo muerto. Luego irás donde el rey y le dirás todo lo que yo te diga.
14. Todos debemos morir. Nuestras vidas son como el agua que es derramada en tierra, que no puede volverse a recoger. Pero Dios lo bendecirá a usted con una vida más larga si permite que su hijo regrese del destierro.
15-16. Pero, yo he venido a rogarle por mi hijo, porque mi vida y la vida de mi hijo han sido amenazadas y yo me dije: “Quizás el rey me oirá y nos librará de los que quieren acabar con nuestra existencia en Israel.
17. Sí, el rey nos dará paz nuevamente”. Yo sé que usted es como el ángel de Dios y puede discernir entre el bien y el mal. Quiera Dios estar con usted.
18. —Quiero saber una cosa —dijo el rey.—¿De qué se trata, mi señor, el rey? —preguntó ella.
19. —¿Fue Joab quien te envió?Y la mujer respondió:—¿Cómo podría negarlo? Sí, Joab me envió y me dijo lo que tenía que decir.
20. Él lo hizo para que usted pueda ver el asunto desde un ángulo diferente. Pero usted es tan sabio como un ángel de Dios y sabe todo lo que ocurre en la tierra.
21. Entonces el rey llamó a Joab y le dijo:—Bien, anda y trae a Absalón.
22. Joab se inclinó a tierra delante del rey, lo bendijo y dijo:—Al fin sé que mi señor, el rey, tiene buena voluntad hacia mí, pues me ha concedido esta petición.
23. Joab fue a Guesur y trajo a Absalón a Jerusalén.