9. Ellos establecieron un sistema para recibir las donaciones para el templo. Los levitas que estaban de turno recibían el dinero a las puertas del templo. Estas donaciones las traía el pueblo que venía de Manasés, de Efraín y de otras partes del resto de Israel, Judá y Benjamín, y de los que vivían en Jerusalén. El dinero se lo entregaban al sumo sacerdote Jilquías, para que dispusiera de él.
12. Los obreros trabajaban con fidelidad bajo la dirección de Yajat y Abdías, levitas descendientes de Merari, de Zacarías y Mesulán, descendientes de Coat, y de los levitas que tenían habilidad para tocar instrumentos de música.
13. Otros levitas supervisaban a los jornaleros que llevaban los materiales para los obreros especializados. Otros ayudaban en las cuentas, como capataces y como porteros.
14. Un día en que Jilquías, el sumo sacerdote, estaba en el templo anotando el dinero reunido en las puertas, descubrió un viejo rollo que resultó ser de las leyes que Dios le había dado a Moisés.
17. —Hemos abierto las cajas, hemos contado el dinero y luego se lo hemos entregado a los capataces y obreros.
18. Entonces mencionó el descubrimiento del rollo y la forma en que Jilquías lo había encontrado. Y se lo leyó al rey.
19. Cuando el rey oyó lo que estas leyes exigían del pueblo de Dios, rasgó sus vestiduras,
20. y llamó a Jilquías, a Ajicán hijo de Safán, a Abdón hijo de Micaías, al secretario Safán y a Asaías, su asistente personal.
21. —Vayan y consulten al SEÑOR —les dijo el rey—. Oren por todo el remanente de Israel y por Judá. Porque según este rollo, es muy probable que el SEÑOR haya desatado su ira sobre nosotros, porque nuestros antepasados no obedecieron las leyes que están escritas aquí.
22. Jilquías y los demás fueron a consultar a la profetisa Huldá, esposa de Salún hijo de Ticvá, y nieto de Jarjás (Salún era el encargado de cuidar los vestidos del rey, y vivía en el segundo barrio). Cuando le contaron la inquietud del rey,
23. ella respondió: «El SEÑOR, Dios de Israel, dice: “Díganle al hombre que los envió
24. que el SEÑOR sí destruirá esta ciudad y a su pueblo; que todas las maldiciones escritas en el libro se cumplirán,
25. porque el pueblo lo ha abandonado para ir a adorar a dioses paganos. Esto ha hecho que su ira se desate contra este lugar, y nada hará que cambie de parecer.
28. Por eso, el SEÑOR no enviará esta desgracia sobre el pueblo durante la vida del rey, sino que lo hará después. De modo que el rey morirá en paz, sin ver todo el mal que vendrá sobre este lugar y su gente"».Ellos le llevaron este mensaje del SEÑOR al rey.
29. El rey convocó a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén,