2. Su reinado fue tan bueno ante los ojos de Dios como lo había sido el de su antepasado David.
3. En el primer mes del primer año de su reinado, reabrió las puertas del templo, y las hizo reparar.
4-5. Se reunió con los sacerdotes y levitas en la explanada que había en la plaza oriental, y les habló de la siguiente manera:«¡Escúchenme, levitas! Santifíquense y santifiquen el templo del SEÑOR, Dios de nuestros antepasados, y saquen del santuario todo aquello que ofende a Dios.
6. Nuestros padres han cometido grandes pecados delante del SEÑOR nuestro Dios; abandonaron al SEÑOR y su templo y le volvieron las espaldas.
7. Y aun cerraron las puertas del atrio, y apagaron la llama perpetua, y dejaron de ofrecer el incienso y los holocaustos.
8. »Por lo tanto, la ira del SEÑOR ha venido sobre Judá y Jerusalén, y nos ha hecho objeto de horror, asombro y burla, como lo pueden ver hoy día.
9. Nuestros padres han muerto en la guerra, y nuestros hijos e hijas y esposas están en cautividad por causa de esto.
25-26. El rey Ezequías colocó a los levitas en el templo para que se encargaran de tocar los címbalos, las arpas y las liras. Esto se hizo según las órdenes de David y de los profetas Gad y Natán (que habían recibido sus instrucciones de parte del SEÑOR). Los levitas ocuparon sus puestos con los instrumentos musicales de David, y los sacerdotes con las trompetas.
32-33. En total, se ofrecieron en holocausto setenta becerros, cien carneros y doscientos corderos. Además, se presentaron, como ofrendas santas, seiscientos toros y tres mil ovejas.