1. El rey Josafat llegó a ser muy rico y poderoso, y emparentó con Acab, quien era el rey de Israel.
2. Algunos años más tarde bajó a Samaria para visitar al rey Acab, el cual mató muchas ovejas y vacas para darles la bienvenida a Josafat y a sus acompañantes. Luego, el rey Acab le pidió al rey Josafat que uniera fuerzas con él en contra de Ramot de Galaad.
3-5. —¡Por supuesto! —contestó el rey Josafat—. Estoy contigo en todo. ¡Estaremos contigo en la batalla! Sin embargo, será bueno que primero lo pongamos a la consideración del SEÑOR.El rey Acab mandó a buscar a cuatrocientos de sus profetas paganos, y cuando éstos llegaron, les preguntó:—¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o no?Y ellos aconsejaron:—¡Vayan a la guerra, porque Dios les dará una gran victoria!
6-7. Pero Josafat no estaba satisfecho, y dijo:—Quiero saber si hay también por aquí algún profeta del SEÑOR, a quien le podamos consultar.—Sí —dijo Acab—, hay uno, pero lo detesto, ¡porque nunca profetiza otra cosa sino el mal! Su nombre es Micaías hijo de Imlá.—¡No hables de esa manera! —exclamó Josafat—. Veamos lo que nos dice.
8. El rey de Israel llamó, pues, a uno de sus ayudantes, y le ordenó que fuera con toda prisa a llamar a Micaías hijo de Imlá.
9. Los dos reyes tenían puestas sus vestiduras reales y estaban sentados en sus tronos, en un lugar alto, a la entrada de Samaria. Todos los profetas estaban delante de ellos dando sus profecías.
19-20. Y dijo el SEÑOR: "¿Quién puede incitar al rey Acab a que vaya a la guerra en contra de Ramot de Galaad, para que encuentre allí la muerte?". Hubo muchas propuestas, pero finalmente un espíritu avanzó, y delante del SEÑOR dijo: "¡Yo puedo hacerlo!". El SEÑOR le preguntó: "¿Cómo lo harás?".