1. Sabemos que cuando esta tienda de campaña en que vivimos se desmantele, recibiremos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas.
2. Mientras eso sucede, suspiramos pues anhelamos el día en que nos hemos de revestir de aquel cuerpo celestial,
3. pues, en efecto, seremos revestidos y no nos quedaremos desnudos.
4. El cuerpo terrenal que ahora tenemos nos hace gemir y suspirar, ya que no queremos desvestirnos de este cuerpo. Preferimos revestirnos del nuevo cuerpo, de manera que nuestro cuerpo mortal sea absorbido por la vida.
5. Dios nos ha preparado para esto y nos ha dado su Santo Espíritu como garantía de sus promesas.
6. Por eso vivimos confiados y sabemos que cada momento que pasamos en este cuerpo terrenal lo pasamos lejos del Señor.
7. Esto lo sabemos por la fe, no por la vista.
8. Así que tememos confianza. ¡Preferimos morir e irnos a morar junto con el Señor!
9. Por lo tanto, procuramos siempre agradarle, ya sea que estemos en este cuerpo o que ya no estemos en él.
10. Un día tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, y seremos juzgados. Cada uno recibirá lo que merezca por las buenas o las malas cosas que haya hecho mientras estaba en el cuerpo.
11. Impulsados por este temor reverencial al Señor, tratamos arduamente de persuadir a otros. Dios sabe que nuestros corazones son sinceros en cuanto a esto, y espero que ustedes lo sepan también.
12. ¿Estamos otra vez tratando de recomendarnos ante ustedes? No; estamos tratando de ofrecerles argumentos contra quienes se fijan en las apariencias y no se interesan en lo que hay en el corazón. Por lo menos ustedes pueden sentirse orgullosos de nosotros.