3. Mas los hombres de David le dijeron:—Nosotros tenemos miedo aun aquí en Judá. Ciertamente no queremos ir a Queilá a pelear contra las filas filisteas.
4. David le preguntó nuevamente al SEÑOR, y el SEÑOR nuevamente le respondió:—Vete a Queilá, porque yo te ayudaré a conquistar a los filisteos.
5. Fueron a Queilá y destrozaron a los filisteos, y les quitaron el ganado. El pueblo de Queilá fue salvado.
6. Abiatar el sacerdote fue a Queilá con David, y llevó el efod consigo, a fin de consultar al SEÑOR por David.
7. Saúl pronto supo que David estaba en Queilá. «Bien —exclamó—. Ahora lo tenemos. Dios lo ha entregado en mis manos, pues se ha atrapado a sí mismo en una ciudad amurallada».
8. Saúl movilizó todo su ejército y lo puso en marcha hacia Queilá para sitiar a David y a sus hombres.
9. Pero David se enteró del plan de Saúl y le dijo a Abiatar el sacerdote que trajera el efod para consultar al SEÑOR.
10. —Oh SEÑOR Dios de Israel —dijo David—, he sabido que Saúl tiene planes de venir y destruir Queilá porque yo estoy aquí.
11. ¿Me entregarán a él los hombres de Queilá? ¿Vendrá Saúl realmente como he oído? Oh SEÑOR Dios de Israel, te ruego que me lo digas.Y el SEÑOR le dijo:—Vendrá.
12. —¿Y me traicionarán estos hombres de Queilá entregándome a Saúl? —insistió David.Y el SEÑOR le respondió:—Sí; te traicionarán.
13. Entonces David y sus hombres, que eran seiscientos ahora, salieron de Queilá y comenzaron a andar de un lado a otro por el campo. Pronto Saúl se enteró de que David había huido, y desistió de ir a Queilá.
16. El príncipe Jonatán salió en busca de David y lo halló en Hores, y lo alentó en su fe en Dios.
17. «No tengas miedo —le dijo Jonatán—. Mi padre jamás te encontrará, tú serás el rey de Israel y yo estaré junto a ti, y seré tu segundo como mi padre bien lo sabe».
18. Entonces los dos hombres renovaron su pacto de amistad. David se quedó en Hores, y Jonatán regresó a su casa.
19. Pero luego los hombres de Zif fueron a Saúl, que se hallaba en Guibeá, y delataron a David.—Sabemos dónde está escondido —le dijeron—. Está en las cuevas de Hores, en la colina de Jaquilá, al sur del desierto.
20. Desciende, señor, y nosotros le daremos caza.
21. —Alabado sea el SEÑOR —dijo Saúl—. ¡Por fin alguien ha tenido compasión de mí!
22. Vayan nuevamente y asegúrense de que está allí y quién lo ha visto, porque yo sé que él es muy astuto.