26. Saúl no dijo nada ese día porque supuso que algo había pasado, que quizás David estaba ceremonialmente impuro.
27. Pero cuando vio que su lugar estaba vacío también al día siguiente, le preguntó a Jonatán:—¿Por qué es que David no ha venido a comer ayer ni hoy?
28-29. —Me pidió que le permitiera ir a Belén, a participar en una fiesta familiar. Su hermano le pidió que estuviera presente. Yo le dije que fuera.
30. Saúl se encendió de ira.—¡Hijo de la perdida! —le gritó—. ¿Piensas que no sé que tú quieres que ese hijo de nadie sea rey en tu lugar para vergüenza tuya y de tu madre?
31. Mientras ese hombre viva, jamás llegarás a ser rey. ¡Ahora ve, encuéntralo y tráemelo, porque ese tipo merece la muerte!
32. —¿Por qué merece la muerte? ¿Qué ha hecho? —preguntó Jonatán.
33. Entonces Saúl arrojó la lanza contra Jonatán, con la intención de matarlo. Jonatán comprendió que su padre realmente quería matar a David,
34. se retiró de la mesa encendido de ira, y se negó a comer en todo aquel día porque estaba muy herido por la vergonzosa conducta de su padre hacia David.
35. A la mañana siguiente, de la manera acordada, Jonatán salió al campo y llevó a un joven consigo para que le recogiera las flechas.