26. porque todos tuvieron miedo de la maldición de Saúl.
27. Sin embargo, Jonatán, que no había oído la orden de su padre, sacó miel de un panal con un palo, y cuando terminó de comerla se sintió con más fuerzas.
28. Entonces alguien le dijo que su padre había lanzado una maldición sobre todo aquel que comiera aquel día, y a causa de eso todos estaban cansados y débiles.
29. «¡A quién se le ocurre!» —exclamó Jonatán—. Un mandamiento de este tipo solamente nos perjudica. Me siento mejor ahora que he comido este poco de miel.
30. Si el pueblo hubiera podido comer el alimento hallado entre nuestros enemigos, quién sabe cuanto mayor daño hubiéramos hecho a los filisteos».
31. Sin embargo, hambrientos como estaban, persiguieron y mataron a los filisteos desde Micmás hasta Ayalón, debilitándose cada vez más.
32. Y aquella tarde se lanzaron sobre los despojos de la batalla y mataron ovejas, bueyes y cabritos y comieron carne sin desangrar.
33. Alguien le dijo a Saúl lo que estaba ocurriendo, y que el pueblo pecaba contra el SEÑOR comiendo sangre.—Es una ofensa contra el Señor —dijo Saúl—. Tráiganme acá una piedra grande,
34. y vayan a decir al pueblo que traigan bueyes y ovejas para degollarlos y derramar su sangre aquí, a fin de que no pequen contra el SEÑOR comiendo carne sin desangrar.Y así lo hicieron al caer la noche.
35. Y Saúl edificó un altar al SEÑOR, el primero que levantaba.
36. Después dijo:—Sigamos a los filisteos toda la noche y destruyámoslos hasta que no quede ninguno.—Haz lo que creas más conveniente. —contestaron sus hombres. Pero el sacerdote dijo:—Preguntémosle primero al SEÑOR.
37. Saúl consultó a Dios:—¿Iremos tras los filisteos? ¿Nos ayudarás a derrotarlos?Pero esta vez el SEÑOR no respondió.
38. Entonces Saúl les dijo a sus generales:—Algo anda mal. Debemos descubrir qué pecado se ha cometido hoy.
39. Juro por el nombre del SEÑOR que salvó a Israel, que aunque el pecador sea mi hijo Jonatán, morirá.Nadie de la tropa le contestó.