4. Entonces se dirigió a Josafat, y le preguntó:—¿Pelearemos juntos para recobrar la ciudad de Ramot de Galaad?El rey Josafat de Judá le respondió:—Desde luego. Tú y yo somos hermanos; mi pueblo está a tus órdenes, y mis caballos están a tu servicio.
5. Pero —añadió—, debemos consultar al SEÑOR primero, para estar seguros si esto es lo que él quiere que hagamos.
6. Entonces el rey Acab convocó a sus cuatrocientos profetas paganos y les preguntó:—¿Atacaremos a Ramot de Galaad?Y ellos respondieron:—Sí, vayan, porque el SEÑOR les ayudará a conquistarla.
7. Pero Josafat preguntó:—¿No hay por aquí un profeta del SEÑOR? Me gustaría consultarlo.
8. Sí, aquí hay uno —dijo el rey Acab—, pero yo lo odio, porque jamás me profetiza algo bueno, sino todo lo malo. Su nombre es Micaías hijo de Imlá.—¡Vamos! —respondió Josafat—. No digas tal cosa.
9. Entonces el rey Acab llamó a uno de sus sirvientes y le dijo:—Ve a buscar a Micaías. ¡Date prisa!
32-33. Cuando vieron a Josafat con sus vestiduras reales, pensaron: «Este es el hombre que buscamos». Entonces lo rodearon para atacarlo. Pero cuando Josafat gritó pidiendo ayuda, ellos dejaron de perseguirlo.
34. Sin embargo, alguien disparó una flecha sin dirección y ésta hizo blanco en el rey Acab, por entre las uniones de su armadura. Entonces el rey ordenó al que conducía su carro: «Sácame de aquí, pues estoy herido».
35. La batalla se hizo cada vez más intensa a medida que transcurría el día. El rey Acab, herido, permanecía de pie en su carro, frente a los sirios. Pero la sangre que manaba de su herida corría por el piso del carro. Finalmente, al atardecer, murió.
36-37. Cuando el sol se estaba poniendo, se corrió la voz por el campamento: «¡El rey ha muerto! ¡Que todos regresen a sus ciudades! ¡Que cada uno vaya a su casa!»Fue así como murió el rey Acab. Llevaron su cuerpo a Samaria, y allí lo sepultaron.
38. Cuando su carro y su armadura fueron lavados junto al estanque de Samaria, donde las prostitutas se bañaban, los perros vinieron y lamieron la sangre del rey, tal como el SEÑOR lo había anunciado.
39. El resto de la historia de Acab, incluyendo el relato de la construcción del palacio de marfil y las ciudades que edificó, está escrito en los Anales de los Reyes de Israel.