6. Los cuervos le traían pan y comida cada mañana y cada tarde, y bebía del arroyo.
7. Pero después de un tiempo, el arroyo se secó, porque no llovía en ningún lugar de la tierra.
10. Entonces él se fue a Sarepta. Cuando llegó junto a las puertas de la ciudad, vio a una viuda que recogía leña, y le pidió un vaso de agua.
11. Cuando ella iba a buscarlo, él la llamó, y le dijo:—Además, tráeme un pedazo de pan.
12. Pero ella le respondió:—La verdad es que no tengo ni un solo pedazo de pan. Lo único que me queda es un puñado de harina y un poco de aceite. Estaba juntando algunas ramas para hacer fuego, para preparar mi última comida, para que luego mi hijo y yo nos muramos de hambre. Esto es tan cierto como que el SEÑOR tu Dios vive.
13. Pero Elías le dijo:—No temas. Anda y haz lo que habías pensado hacer; pero antes prepárame un pan con lo que tienes. Luego prepara algo para ti y para tu hijo.
14. Porque el SEÑOR, Dios de Israel, dice que siempre habrá suficiente harina y aceite en tus depósitos hasta el día en que él envíe la lluvia, y vuelva a haber cosecha.