2. Llegó a Jerusalén con una larga caravana de camellos cargados de especias, oro y joyas. Al ver a Salomón, le hizo todas las preguntas que había preparado.
3. Salomón le respondió todas las preguntas, por más difíciles que fueran, porque el SEÑOR le daba las respuestas correctas en cada caso.
4. Pronto comprendió ella que todo lo que había oído acerca de la gran sabiduría de Salomón era cierto. También vio el hermoso palacio que él había edificado.
5. Y cuando vio los deliciosos manjares sobre su mesa, el gran número de servidores y criados que estaban vestidos con uniformes espléndidos, los coperos, y los muchos sacrificios que ofrecía al SEÑOR, quedó completamente maravillada.
6. Entonces le dijo a Salomón: «Todo lo que he oído en mi país acerca de tu sabiduría y de las cosas maravillosas que estás haciendo, son verdaderas.
7. Yo no lo creí hasta que vine, pero ahora lo he visto por mí misma. Ahora me doy cuenta de que lo que se me había dicho no era ni la mitad. Tu sabiduría y tu prosperidad superan todo lo que conozco.
8. Tu pueblo es feliz y tus criados están contentos, pero ¿cómo podría ser de otra manera?, pues ellos están aquí día tras día escuchando tu sabiduría.
9. ¡Bendito sea el SEÑOR tu Dios que te escogió y te puso en el trono de Israel! ¡Cuánto amor le tiene el SEÑOR a Israel, que le ha dado un rey como tú! Y tú le das a tu pueblo un gobierno justo y bueno».
16-17. Salomón hizo que parte del oro fuera batido para hacer doscientos escudos grandes (cada escudo pesaba unos seis kilos y medio de oro), y trescientos escudos pequeños, de un kilo y medio de oro cada uno, y los puso en su casa llamada «Bosque del Líbano».
18. También hizo un gran trono de marfil y lo recubrió con oro puro.
19. Tenía seis gradas, el respaldo era redondo y tenía brazos, y un león estaba parado a cada lado.
20. Había dos leones en cada grada, doce en total. No había otro trono en el mundo tan espléndido como aquél.
21. Todos los vasos del rey Salomón eran de oro macizo, y en el «Bosque del Líbano» toda la vajilla estaba hecha de oro puro (no usaban la plata, porque no se consideraba de mucho valor).
22. El rey Salomón tenía su flota mercante en sociedad con el rey Hiram, y cada tres años llegaba a los puertos de Israel un gran cargamento de oro, plata, marfil, monos y pavos reales.