7. Aquí el que vale no es el que plantó ni el que regó, sino Dios que hizo germinar la semilla.
8. El que siembra y el que riega tienen la misma categoría, si bien es cierto que cada uno recibirá recompensa según la labor realizada.
9. No somos más que colaboradores de Dios. Ustedes son el huerto de Dios, son el edificio de Dios.
10. Dios, en su bondad, me enseñó cómo edificar con pericia. Yo puse los cimientos y otro edificó encima. El que edifica encima debe tener cuidado de cómo edifica,
11. porque nadie puede poner otro cimiento que el que ya está puesto: Jesucristo.
12. Hay varias clases de materiales que pueden emplearse al construir sobre el cimiento: oro, plata y piedras preciosas; o bien, madera, heno y hasta hojarasca.
13. El día del juicio se sabrá qué material han empleado los constructores. Cada obra será pasada por fuego, para que se sepa la calidad del trabajo de cada uno.
14. Si lo que alguien ha edificado es perdurable, recibirá su recompensa.
15. Pero si a su obra, el fuego la consume, el constructor sufrirá una gran pérdida. Se salvará, sí, pero como quien escapa del fuego.
16. ¿No se dan cuenta de que son el templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en ustedes?
17. Dios destruirá al que destruya su templo, porque el templo de Dios, es decir, ustedes, es sagrado.
18. Basta ya de estarse engañando. Si alguno cree que tiene más inteligencia que cualquier otro, según las normas de este mundo, vuélvase ignorante, para que así llegue a ser sabio,