23. Aun así, si un incrédulo, o alguien que no conoce estos dones, llega a la iglesia y les oye hablar a todos en lenguas, lo más probable es que piense que están locos.
24. Pero si todos profetizan y un incrédulo o uno que no entiende de estas cosas entra, se sentirá reprendido y juzgado por todos;
25. sus más íntimos pensamientos saldrán a la luz, se postrará de rodillas a adorar a Dios y reconocerá que Dios de veras está entre ustedes.
26. Bien, hermanos míos, resumamos. Cuando se reúnan, unos canten, otros enseñen o comuniquen lo que Dios les haya revelado o hablen en lenguas extrañas o interpreten lo que los otros dijeron en lenguas; pero que todo sirva para la edificación de la iglesia.
27. Dos personas, o cuando más tres son las que deben hablar en lenguas. Deben hacerlo por turno, y alguien debe estar listo para interpretar lo que se esté diciendo.
28. Si no hay intérprete, no deben hablar en lenguas en público; hablen para sí mismos y para Dios.
29. Dos o tres pueden profetizar, y que los demás examinen con cuidado lo dicho.
30. Si mientras uno está profetizando otro recibe un mensaje del Señor, el que está hablando debe dejar hablar al otro.
31. De esta manera los que tienen el don de profetizar podrán hablar uno tras otro, mientras los demás aprenden y se animan.
32. El don de la profecía está bajo el control de los profetas.
33. A Dios no le agradan los desórdenes, le gusta la armonía, como la que reina en las demás iglesias.
34. Las mujeres deben guardar silencio en las iglesias, pues no les está permitido hablar. Deben estar sumisas, como lo declaran las Escrituras.
35. Si desean preguntar algo, pregúntenselo al esposo cuando lleguen a la casa, porque no es correcto que las mujeres hablen en la iglesia.