30. Jesús le dijo:—Un hombre* que bajaba de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos ladrones, que le robaron cuanto llevaba, lo hirieron gravemente y se fueron, dejándolo medio muerto.
31. Casualmente bajaba por aquel mismo camino un sacerdote que vio al herido, pero pasó de largo.
32. Y del mismo modo, un levita, al llegar a aquel lugar, vio al herido, pero también pasó de largo.
33. Finalmente, un samaritano que iba de camino llegó junto al herido y, al verlo, se sintió conmovido.