32. A pesar de eso, ninguno de ustedes confió en el Señor su Dios,
33. que iba delante de ustedes para buscarles dónde acampar. De noche lo hacía en forma de fuego, para que vieran el camino a seguir, y de día los acompañaba en forma de nube.
34. Cuando el Señor escuchó sus murmuraciones, se enojó e hizo este juramento:
35. «Nadie de esta generación perversa verá esta tierra fértil que juré dar a sus antepasados.
36. Solo la verá Caleb, hijo de Jefuné. A él y a sus hijos les daré la tierra que ha explorado, porque él sí ha confiado plenamente en el Señor».