7. Ustedes solo valoran las apariencias. Si alguno está convencido de ser cristiano, considere, a su vez, que yo lo soy tanto como él.
8. Y si he presumido más de la cuenta de la autoridad que el Señor me dio no para la ruina sino para el provecho de ustedes, no me avergonzaré de ello.
9. De esta manera no parecerá que trato de amedrentarlos con mis cartas.
10. «Porque sus cartas —dicen algunos— son duras y fuertes, pero en persona es un pobre hombre y, como orador, un desastre».
11. Pues sepa la persona que tal dice, que soy muy capaz de llevar a la práctica, estando presente, lo que digo en mis cartas estando ausente.