37. Cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer en su casa. Jesús aceptó la invitación y se sentó a la mesa.
38. El fariseo, que estaba observándolo, se quedó extrañado de que Jesús no cumpliera el precepto de lavarse las manos antes de comer.
39. Entonces el Señor le dijo:— Vosotros los fariseos limpiáis la copa y la bandeja por fuera, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y maldad.