8. Vestíos, pues, de sayal;haced duelo y lamentaos,que no se aparta de nosotrosel incendio de la ira del Señor.
9. Aquel día —oráculo del Señor—se hundirá el ánimo del reyy también el de los príncipes;los sacerdotes quedarán espantados,los profetas sin palabras.
10. Yo dije: «Ay, Señor mi Dios, ciertamenteengañaste a este pueblo y a Jerusalén,pues dijiste que tendrían paz,pero la espada amenaza su garganta».
11. En aquel tiempo dirána este pueblo y a Jerusalén:«Un aire sofocante llega de las dunas,avanza por el desierto camino de la capital».No es un viento para aventar o cribar,
12. sino un viento poderoso* a mis órdenes.Ahora es el momento de lanzarmis acusaciones contra ellos.