6. Pero luego le remordió la conciencia por haberle cortado el borde del manto a Saúl.
7. Y dijo a sus hombres:—Dios me libre de hacerle eso a mi rey, el ungido del Señor, y de atentar contra él. ¡Es el ungido del Señor!
8. David aplacó a sus hombres con estas palabras y no les permitió atacar a Saúl. Mientras tanto, Saúl salió de la cueva y siguió su camino.
9. Inmediatamente después, David salió de la cueva y se puso a gritar tras Saúl:—¡Señor! ¡Majestad!Saúl miró hacia atrás y David se inclinó hacia el suelo e hizo una reverencia.
10. Luego dijo a Saúl:—¿Por qué haces caso a los que dicen que David busca tu ruina?
11. Ahora mismo puedes comprobar que el Señor te ha puesto hoy en mis manos dentro de la cueva: me animaron a matarte, pero te he respetado y he dicho que no atentaría contra mi rey, porque es el ungido del Señor.