24. Miré a los montes, y temblaban, Y todas las colinas se estremecían.
25. Miré, y no había hombre alguno, Y todas las aves del cielo habían huido.
26. Miré, y la tierra fértil (el Carmelo) era un desierto, Y todas sus ciudades estaban arrasadas Delante del SEÑOR, delante del ardor de Su ira.