1. ¿Me disculparéis si digo algún que otro desatino? Estoy seguro de que sí.
2. Os quiero tanto que me abrasan unos celos a lo divino, pues os he desposado con un solo marido presentándoos a Cristo como si fuerais una virgen pura.
3. Pero tengo miedo; lo mismo que la serpiente sedujo con su astucia a Eva, temo que pervierta vuestros pensamientos apartándoos de una sincera y limpia entrega a Cristo.