25. En cambio, nosotros estamos esperando lo que aún no podemos ver y lo esperamos con paciencia.
26. De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, cuando no sabemos qué pedirle a Dios, el Espíritu mismo le pide a Dios por nosotros. El Espíritu le habla a Dios a través de gemidos imposibles de expresar con palabras.
27. Pero Dios nos conoce a fondo y entiende lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega a favor de su pueblo santo de acuerdo a la voluntad de Dios.
28. Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su propósito.
29. Dios los conocía antes de que el mundo fuera creado. Él decidió que fueran como su Hijo y quería que el Hijo fuera el mayor de muchos hermanos.
30. Dios decidió que serían como su Hijo, por eso los eligió por adelantado y los aprobó dándoles su gloria.
31. ¿Qué podemos decir de todo esto? Si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros.
32. Dios mostró su favor hacia nosotros hasta tal punto que dio a su propio Hijo para que muriera por nosotros. Siendo así, ¿cómo no nos va a dar, junto con él, todo lo que tiene?
33. ¿Quién podrá acusar al pueblo que Dios ha elegido? Dios es el que nos aprueba.
34. ¿Quién va a condenarnos? Cristo fue quien murió por nosotros y además resucitó. Ahora Cristo está sentado a la derecha de Dios y está rogando por nosotros.