13. ¿Eso significa que lo que es bueno me trajo la muerte? ¡De ninguna manera! Lo que pasa es que el pecado se aprovechó de algo bueno para causarme la muerte y eso desenmascaró el pecado. A través del mandamiento se demostró que el pecado es terriblemente malo.
14. Así que todos sabemos que la ley es espiritual, pero yo no soy espiritual porque el pecado tiene poder sobre mí. Soy como un esclavo del pecado.
15. No sé qué está pasando conmigo: lo que quisiera hacer no lo hago y resulto haciendo lo que odio.
16. Como no me gusta hacer el mal que hago, eso significa que reconozco que la ley es buena.
17. Pero en realidad no soy yo el que hace esas maldades, sino el pecado que vive en mí.
18. Yo sé que en mí el bien no tiene vida, es decir, no reside en mi naturaleza humana. Hay en mí el deseo de hacer el bien, pero no puedo llevarlo a cabo.
19. En efecto, no hago el bien que quiero hacer, sino que hago el mal que no quiero hacer.
20. Entonces si hago lo que no quiero hacer, no soy en realidad yo el que hace el mal, sino el pecado que vive en mí.
21. Así que he aprendido esta regla: aunque quiero hacer el bien, el mal está ahí conmigo.
22. En mi interior yo estoy de acuerdo con la ley de Dios.
23. Pero veo que aunque mi mente la acepta, en mi cuerpo hay otra ley que lucha contra la ley de Dios. Esa otra ley es la ley que impone el pecado. Esa ley vive en mi cuerpo y me hace prisionero del pecado.
24. ¡Eso es terrible! ¿Quién me salvará de este cuerpo que me causa muerte?
25. ¡Dios me salvará! Le doy gracias a él por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que mi intención es servir a la ley establecida por Dios, pero con mi cuerpo actúo como esclavo de una ley establecida por el pecado.