33. Escuchen mi enseñanza y sean sabios; no le resten importancia.
34. Afortunado el que me escucha, el que se presenta a mi puerta diariamente, esperando a la entrada de mi habitación.
35. Porque el que me encuentra, encuentra la vida, y se gana la buena voluntad del SEÑOR.
36. Pero el que me rechaza, se hace daño a sí mismo. El que me odia, ama la muerte».