11. »Cuando la gente los insulte, los persiga y hable mal de ustedes por seguirme, sepan que son afortunados a los ojos de Dios.
12. Pónganse contentos y alégrense porque van a recibir una gran recompensa en los cielos. Así también fue como maltrataron a los profetas que vivieron antes de ustedes.
13. »Ustedes son la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo podría volver a ser salada? Ya no sirve para nada sino para ser tirada y pisada por la gente.
14. »Ustedes son la luz que alumbra al mundo. Una ciudad que está en un monte no se puede esconder.
15. Ni se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cesto, sino sobre el candelero para que ilumine a todos en la casa.
16. Así mismo, ustedes deben ser luz para los demás de tal manera que todos puedan ver sus buenas obras y dar honra a su Padre que está en los cielos.
17. »No piensen que he venido para destruir la ley de Moisés o la enseñanza de los profetas. No he venido para destruirlas, sino para darles completo significado.
18. Les digo la verdad: hasta que pasen el cielo y la tierra, no pasará ni una letra ni una tilde de la ley hasta que todo esto se cumpla.
19. Así que cualquiera que desobedezca alguno de los mandamientos por muy pequeño que sea y les enseñe a otros a desobedecerlo, será considerado muy pequeño en el reino de Dios. En cambio, el que los obedezca todos y enseñe a obedecerlos será considerado grande en el reino de Dios.
20. Porque les digo a ustedes, no entrarán en el reino de Dios a menos que practiquen la justicia mejor que los maestros de la ley y los fariseos.
21. »Ustedes han oído que se les dijo a los antepasados: “No mates, y el que cometa asesinato tendrá que responder ante un juez”.