10. Los ancianos de la hija de Sion se sientan en el piso en silencio. Arrojan polvo sobre su cabeza y se visten con ropa áspera. Las jóvenes de Jerusalén inclinan su cabeza hacia la tierra.
11. Mis ojos están llenos de lágrimas, arden mis entrañas. Me descompone la destrucción de mi pueblo y ver morir en las calles de la ciudad a los niños y a los bebés.
12. Ellos preguntan a su mamá: «¿Dónde están el pan y el vino?» y como heridos de muerte, caen en las plazas de la ciudad. Lloran de dolor y mueren en brazos de su mamá.
13. ¿Qué te puedo decir? ¿Con qué te puedo comparar, hija de Sion? ¿Con qué te puedo comparar para traerte consuelo, hija virgen de Sion? En verdad, tu ruina es tan inmensa como el mar. ¿Quién podrá curarte?