16. Luego el SEÑOR hizo surgir algunos líderes, los jefes. Esos líderes los liberaron de los enemigos que saqueaban sus posesiones.
17. Sin embargo, los israelitas tampoco les hicieron caso a los jefes; no fueron fieles a Dios, sino que siguieron a otros dioses. Sus antepasados obedecieron los mandamientos del SEÑOR, pero ahora los israelitas habían cambiado y ya no obedecían a Dios.
18. Cuando el SEÑOR les mandaba jefes, el SEÑOR estaba con el jefe y el pueblo se libraba de sus enemigos durante todo el tiempo de la vida del jefe. El SEÑOR se compadecía de ellos debido a que los israelitas gemían a causa de la opresión y sufrimiento en que los mantenían sus enemigos.
19. Pero cada vez que un jefe moría, los israelitas volvían a pecar y a adorar a dioses falsos. En ese tiempo los israelitas eran muy tercos y se negaban a cambiar su mal comportamiento.
20. Así que el SEÑOR se enfureció contra Israel y dijo: «Este pueblo ha roto el pacto que yo hice con sus antepasados. Ellos no me han hecho caso.
21. Por eso, ya no expulsaré del país ante ellos a los otros pueblos que Josué dejó al morir.