1. SEÑOR, tú eres justo aunque yo discuta contigo. Sin embargo, te voy a exponer argumentos. ¿Por qué a los malos les va tan bien? ¿Por qué todos los traidores se salen con la suya?
2. Tú los plantaste y echaron raíces, crecieron y hasta dieron fruto. Te mencionan frecuentemente, pero en su interior no te tienen cerca.
3. Pero tú me conoces, SEÑOR, me has visto y sabes muy bien lo que siento por ti. Arrástralos como ovejas al matadero y señálalos para el día de la matanza.