18. Es más, aunque él no lo hiciera, su majestad debe saber que no adoraremos a sus dioses ni nos arrodillaremos frente a la estatua de oro que ha construido.
19. Entonces Nabucodonosor se enfureció mucho con ellos, se le desencajó el rostro por la ira y ordenó calentar el horno siete veces más de lo acostumbrado.
20. Enseguida ordenó a algunos de los soldados más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abednego y que los lanzaran al horno de fuego.
21. Los tres jóvenes fueron atados y lanzados al horno de fuego con todo lo que llevaban puesto: camisas, pantalones, gorros y demás.