20. Puesto que ustedes murieron con Cristo y fueron librados de los poderes espirituales del mundo, ¿por qué todavía siguen reglas como:
21. «No coman esto, no prueben esto otro, no toquen aquello»?
22. Esas reglas hablan de lo que se acaba con el uso y no son mandamientos de Dios sino reglas y enseñanzas humanas.
23. Parecen ser sabias porque requieren que la gente practique una intensa devoción, que se niegue a sí misma y que castigue severamente el cuerpo, pero no ayudan a controlar los deseos perversos de nuestra naturaleza carnal.