2 Reyes 4:8-18 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

8. Un día Eliseo fue a Sunén, donde vivía una mujer importante. Ella insistió en que Eliseo se quedara a comer en su casa. Así que cada vez que Eliseo pasaba por aquel lugar se detenía para comer ahí.

9. La mujer le dijo a su esposo: —Mira, tú sabes que Eliseo es un hombre santo de Dios y que siempre pasa por nuestra casa.

10. Por favor, hagámosle un cuarto en la planta alta. Pongámosle una cama en el cuarto con una mesita, una silla y una lámpara. Entonces, cuando se hospede en nuestra casa podrá tener su propio cuarto.

11. Un día Eliseo se hospedó en la casa y entró al cuarto para descansar.

12. Eliseo le dijo a su siervo Guiezi: —Llama a esta mujer sunamita. El siervo la llamó y ella fue y lo atendió.

13. Eliseo le dijo: —Ahora dile: “Mira, has hecho lo mejor que has podido para atendernos. ¿Qué podemos hacer por ti? ¿Quieres que hablemos de tu parte al rey o al comandante del ejército?” Ella contestó: —Estoy contenta viviendo entre mi pueblo.

14. Eliseo le dijo a Guiezi: —¿Qué podemos hacer por ella? Él contestó: ¡Ya sé! Ella no tiene hijos y su esposo ya es viejo.

15. Entonces Eliseo le dijo: —Llámala de nuevo. Entonces Guiezi la llamó y ella se acercó para atenderlo.

16. Eliseo le dijo: —Para la primavera entrante tendrás en brazos a tu propio hijo. La mujer respondió: —¡No, señor! ¡Que el hombre de Dios no me mienta!

17. Sin embargo, la mujer quedó embarazada y la siguiente primavera dio a luz a un hijo, tal como Eliseo le había dicho.

18. El niño creció y se llegó el día en que ya podía salir a trabajar en la cosecha con su papá.

2 Reyes 4