12. Entonces les dio esta orden a al sacerdote Jilquías, a Ajicán hijo de Safán, a Acbor hijo de Micaías, a Safán el cronista y a Asaías funcionario del rey:
13. «Vayan y consulten al SEÑOR por mí, por el pueblo y por todo Judá acerca de las palabras de este libro que encontramos. El SEÑOR debe estar muy enojado con nosotros porque nuestros antepasados no le prestaron atención a las palabras de este libro ni obedecieron todo lo que se ordena en él».
14. Así que el sacerdote Jilquías, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a la profetisa Huldá, que era la esposa de Salún, el encargado del guardarropa del templo, hijo de Ticvá y nieto de Jarjás. Huldá vivía en el barrio nuevo de Jerusalén, así que fueron hasta allá y hablaron con ella.
15. Entonces Huldá les dijo: —El SEÑOR, Dios de Israel, manda decir al que los ha enviado:
16. “Así dice el SEÑOR: Yo voy a enviar contra este lugar y sus habitantes los castigos que está escrito en el libro que leyó el rey de Judá.
17. Porque ustedes me abandonaron y han quemado incienso a otros dioses, me ha provocado con lo que hicieron. Por eso arde mi enojo contra este lugar y no se calmará.
18. Pero, en cuanto al rey de Judá que los envió a consultar al SEÑOR, díganle que así dice el SEÑOR, Dios de Israel: ‘Como prestaste atención a lo que has oído
19. y tu corazón cambió y te humillaste ante el SEÑOR al escuchar lo que hablé contra este lugar y sus habitantes, que serán arrasados y malditos, y como rasgaste tu vestido y lloraste ante mí, yo también te he escuchado’, dice el SEÑOR.
20. Por eso, dejaré que mueras en paz y te reuniré con tus antepasados. No verás el desastre que traigo sobre este lugar”. Y ellos llevaron esa respuesta al rey.