2 Reyes 18:15-29 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

15. Ezequías le entregó toda la plata que estaba en el templo del SEÑOR y en la tesorería real.

16. En aquel tiempo Ezequías quitó el oro que cubría las puertas del templo del SEÑOR y los postes de las puertas, que él mismo había colocado ahí, y se lo entregó al rey de Asiria.

17. El rey de Asiria mandó a sus tres comandantes más importantes con un gran ejército para atacar al rey Ezequías en Jerusalén. Saliendo de Laquis fueron a Jerusalén y tomaron sus posiciones junto al acueducto, cerca del estanque superior que está camino al Campo del Lavandero.

18. Llamaron al rey y salieron a atenderlo Eliaquín hijo de Jilquías, que era el administrador del palacio real, el cronista Sebna y Joa hijo de Asaf, que era el secretario.

19. El comandante en jefe les dijo: —Díganle a Ezequías que esto es lo que dice el gran rey, rey de Asiria: »¿Por qué estás tan confiado?

20. ¿Acaso piensas que la guerra se hace tan sólo con palabras? ¿En quién te apoyas para rebelarte contra mí?

21. Mira, tú estás ahora confiando en esa vara astillada que es Egipto. Si uno se apoya en ella, hiere y traspasa la mano. Eso es lo que es el faraón, rey de Egipto, para todos los que se apoyan en él.

22. Si me sales con eso de que “confiamos en el SEÑOR nuestro Dios”, ¿no es ese el mismo del que Ezequías ordenó quitar los altares y santuarios de las colinas cuando les dijo a Judá y a Jerusalén: “Ustedes sólo deben adorar frente a este altar en Jerusalén”?

23. »Ahora, haz un tratado con mi señor, el rey de Asiria. Te daré dos mil caballos si puedes conseguir jinetes que los monten.

24. ¿No irás a rechazar la oferta de un capitán, así sea uno de los siervos menos importantes de mi señor y ponerte a confiar en el rey de Egipto para que te dé carros de combate y caballos?

25. Mira, ¿crees que vine a destruir este lugar sin la ayuda del SEÑOR? Pues el mismo SEÑOR fue el que me dijo: “¡Sube y destruye ese país!”

26. Entonces Eliaquín hijo de Jilquías, Sebna y Joa le dijeron al comandante: —Por favor, háblanos en idioma arameo, pues nosotros tus siervos entendemos ese idioma. No nos hables en el idioma de Judá porque nos escuchará la gente que está sobre la muralla.

27. Pero el comandante en jefe les dijo: —¿Acaso mi señor me mandó a hablarles sólo a su señor y a ustedes? ¿No me mandó él a decirle a la gente que está sentada en la muralla y a ustedes, que se tendrán que comer sus propios excrementos y beber su propia orina?

28. Luego se puso en pie y gritó fuerte en el lenguaje de Judá: —Oigan lo que les dice el gran rey, el rey de Asiria.

29. “Esto es lo que él dice: ‘No se dejen engañar por Ezequías, porque él no los podrá salvar de mi poder’.

2 Reyes 18