3. Al ver los israelitas bajar el fuego y la gloria del SEÑOR al templo, se arrodillaron y se postraron rostro en tierra, adorando y dándole gracias al SEÑOR diciendo: «Porque él es bueno y su fiel amor es para siempre».
4. Entonces el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios ante el SEÑOR.
5. El rey ofreció en sacrificio veintidós mil toros y ciento veinte mil ovejas. Así fue como el rey y todo el pueblo dedicaron el templo de Dios.
6. Los sacerdotes estaban en sus puestos al igual que los levitas con los instrumentos musicales del SEÑOR que David había hecho para dar gracias y alabar al SEÑOR con el canto que dice: «Porque él es bueno y su fiel amor es para siempre». Los sacerdotes tocaban las trompetas frente a los levitas, mientras todo Israel se mantenía de pie.
7. Salomón consagró el área central del patio que está frente al templo del SEÑOR porque ahí había ofrecido los sacrificios que deben quemarse completamente y la grasa de los sacrificios para festejar. Es que en el gran altar de bronce que Salomón hizo no cabían los sacrificios que deben quemarse completamente, las ofrendas de cereal y la grasa.
8. En esa ocasión Salomón celebró la fiesta por siete días, y con él una asamblea muy grande de todo Israel, desde el paso de Jamat que quedaba en el norte, hasta el riachuelo de Egipto, al sur.
9. Al día siguiente de los siete días, convocaron una asamblea solemne porque la dedicación del altar duró siete días y la fiesta duró siete días.
10. El día veintitrés del séptimo mes, Salomón envió al pueblo a sus casas, y volvieron a casa contentos por todo lo bueno que el SEÑOR había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel.