5. Joacim tenía veinticinco años cuando comenzó su reinado, y gobernó durante once años en Jerusalén, pero hizo lo malo ante el SEÑOR su Dios.
6. Debido a eso, Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo atacó y lo llevó prisionero con cadenas de bronce hasta Babilonia.
7. Nabucodonosor se llevó a Babilonia parte de los objetos del templo del SEÑOR y los puso en su templo de Babilonia.
8. El resto de los hechos de Joaquín y las cosas horribles que hizo y cómo Dios lo juzgó están escritos en Las crónicas de los reyes de Israel y de Judá. Su hijo Joaquín reinó en su lugar.
9. Joaquín tenía dieciocho años cuando comenzó a reinar, y gobernó por tres meses y diez días en Jerusalén. Hizo lo que no le agradaba al SEÑOR.
10. A la vuelta de un año, el rey Nabucodonosor ordenó que lo llevaran a Babilonia junto con los objetos más valiosos del templo del SEÑOR y nombró a su hermano Sedequías rey de Judá y Jerusalén.
11. Sedequías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y gobernó once años en Jerusalén.
12. Hizo lo malo ante el SEÑOR su Dios. No se humilló ante el profeta Jeremías cuando le hablaba de parte del SEÑOR.
13. Sedequías llegó incluso a rebelarse contra el rey Nabucodonosor, aunque él lo había hecho jurar por Dios que le sería leal. Se puso muy terco, endureció su corazón y no quiso volver al SEÑOR, Dios de Israel.
14. También todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo aumentaron su infidelidad, pues cometieron los mismos pecados horribles de las naciones vecinas y contaminaron el templo del SEÑOR que él había consagrado en Jerusalén.
15. El SEÑOR Dios de sus antepasados les mandaba constantemente advertencias a través de sus mensajeros porque tenía compasión de su pueblo y del lugar donde él moraba,
16. pero ellos se burlaban de los mensajeros de Dios, despreciaron sus mensajes y se burlaron de sus profetas, hasta que finalmente el SEÑOR descargó su ira contra su pueblo y ya no hubo remedio.
17. Entonces Dios lanzó contra ellos al rey de los babilonios, quien mató a espada a sus jóvenes en el propio templo. No tuvo compasión de los jóvenes ni de las muchachas ni de los ancianos ni de los enfermos. Dios los entregó a todos en sus manos.