26. Pero no me invitaron a mí, su siervo, ni a Sadoc el sacerdote, ni a Benaías hijo de Joyadá, ni a Salomón su siervo.
27. ¿Ha dado Su Majestad esta orden sin informarnos a sus siervos quién será el rey después de usted?
28. Entonces el rey David contestó: —Llama a Betsabé. Ella entró y se quedó de pie ante el rey.
29. Y el rey dijo: —Juro por el SEÑOR, quien me ha salvado la vida en todos los momentos de crisis,
30. que cumpliré hoy mismo lo que te juré por el SEÑOR, Dios de Israel, cuando dije que Salomón tu hijo iba a ser rey después de mí.
31. Entonces Betsabé se postró rostro en tierra ante el rey y le dijo: —¡Viva para siempre Su Majestad, el rey David!
32. Entonces el rey David dijo: —Hagan venir al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías hijo de Joyadá. Ellos se presentaron ante el rey,
33. y él les dijo: —Tomen consigo a los funcionarios reales y lleven a mi hijo Salomón montado en mi propia mula hasta la fuente de Guijón.
34. Ahí el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo consagrarán como rey de Israel, entonces ustedes tocarán la trompeta y gritarán: “¡Viva el rey Salomón!”
35. Después vuelvan aquí para que él se siente en mi trono y sea rey en mi lugar, porque yo lo he elegido para que sea el rey de Israel y de Judá.
36. Benaías hijo de Joyadá le contestó al rey: —Así sea. El mismo SEÑOR Dios lo ha dicho, Su Majestad.
37. Que el SEÑOR esté con Salomón como lo ha estado con usted. ¡Que el reino de Salomón sea aun más poderoso que el del rey David!
38. Así que el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaías el hijo de Joyadá, y los mercenarios cretenses y filisteos obedecieron la orden del rey David. Hicieron que Salomón montara en la mula del rey David y lo acompañaron hasta la fuente de Guijón.
39. El sacerdote Sadoc tomó el cuerno lleno de aceite que estaba en la Carpa Sagrada y consagró a Salomón. Tocaron la trompeta y todo el pueblo proclamó: «¡Viva el rey Salomón!»