2. Entonces David les ordenó a Joab y a los comandantes del ejército: —Vayan y levanten un censo de Israel, desde Berseba hasta Dan, y tráiganme un informe para que yo sepa cuánta gente hay.
3. Pero Joab le dijo: —Que el SEÑOR multiplique cien veces el número de gente que hay y que Su Majestad pueda verlo con sus propios ojos. Pero Majestad, ¿qué importancia tiene saber cuántos hay si todos son sus siervos? ¿Por qué va a provocar Su Majestad un motivo de culpa para Israel?
4. Sin embargo, el rey David se mantuvo enérgico en la orden. Así que Joab fue a hacer el conteo por toda la tierra de Israel y regresó a Jerusalén.
5. Joab le entregó el resultado del censo a David. Había en todo Israel un millón cien mil hombres que podían pelear a espada y cuatrocientos setenta mil en Judá.
6. Joab no estaba de acuerdo con la orden del rey y por eso no contó a la gente de la tribu de Leví ni de Benjamín.
7. Dios también se molestó con esa orden del rey, y por eso castigó a Israel.
8. David le dijo a Dios: «¡He cometido un gran pecado! He sido un tonto, te ruego me perdones».
9. Entonces el SEÑOR le habló a Gad, profeta de David:
10. «Ve y dile a David que el SEÑOR dice: “Elige entre estos tres castigos. ¿Cuál prefieres?”».
11. Gad fue a ver a David y le dijo: —El SEÑOR me envió para decirte que elijas entre estos tres castigos:
12. tres años de hambre, tres meses huyendo derrotado del ataque de tus enemigos, o tres días con el castigo del SEÑOR, es decir, pestes por todas partes y el ángel del SEÑOR destruyendo gente por todo el territorio de Israel. Piénsalo, elige y dímelo para que yo se lo comunique al Señor que me envió.
13. Entonces David le dijo a Gad: —¡Estoy en un verdadero aprieto! Pero es mejor que mi castigo nos venga del SEÑOR y no de seres humanos, pues su misericordia es grande.