7. Todos los israelitas que se salven en aquellos días recordarán con sinceridad a Dios, se reunirán para ir a Jerusalén, y vivirán para siempre con seguridad en la tierra de Abrahán, la cual les será devuelta. Los que de veras aman a Dios, se alegrarán; pero los que practican el pecado y la injusticia desaparecerán de la faz de la tierra.
8. Ahora pues, hijos míos, lo que yo les mando es que sirvan a Dios con sinceridad y que se comporten como a él le agrada. Eduquen a sus hijos para que practiquen la justicia y la limosna, para que se acuerden de Dios y para que en toda ocasión lo bendigan sinceramente y con todas sus fuerzas.
9. En lo que a ti respecta, hijo mío, sal de Nínive. No te quedes aquí. Cuando tu madre muera y le hayas dado sepultura a mi lado, ese mismo día vete y no permanezcas más en este país, donde veo que hay mucha injusticia y mucho fraude del que nadie se avergüenza.
10. Mira, hijo mío, lo que Nadab le hizo a Ajicar, que lo había criado: lo sepultó vivo en la tierra. Pero Dios le pagó a Nadab en su propia cara la infamia que había cometido. Ajicar volvió a la luz, en tanto que Nadab entró en las tinieblas eternas por haber querido asesinar a Ajicar. Las limosnas hechas por Ajicar lo salvaron de la trampa mortal que Nadab le había tendido; pero Nadab cayó en ella, y murió.
11. Hijos míos, vean ahora cuál es el fruto de hacer limosna, y cómo la práctica del mal conduce a la muerte. Pero ya siento que la vida se me escapa.Entonces lo tendieron en su lecho. Murió y fue sepultado con toda solemnidad.
12. Cuando murió su madre, Tobías la enterró junto a su padre. Después se fue con su esposa a Media, estableciéndose en Ecbatana con su suegro Ragüel.
13. Tobías cuidó respetuosamente de sus suegros, ya ancianos, y los enterró en Ecbatana de Media. Heredó los bienes de Ragüel, como también los de Tobit, su padre.
14. Fue muy estimado y murió a la edad de ciento diecisiete años.
15. Antes de morir, conoció la destrucción de Nínive y vio cómo sus habitantes eran deportados a Media por Ciáxares, rey de Media. Entonces bendijo a Dios por todo lo que había hecho a los ninivitas y a los asirios, pues tuvo la oportunidad de alegrarse antes de su muerte por la ruina de Nínive, por lo que bendijo al Señor, el Dios que vive por siempre.