6. Todas las naciones del mundo y todas las gentes se convertirán y honrarán sinceramente a Dios. Y todos se apartarán de los ídolos engañosos que los hicieron caer en el error, y bendecirán con rectitud al Dios eterno.
7. Todos los israelitas que se salven en aquellos días recordarán con sinceridad a Dios, se reunirán para ir a Jerusalén, y vivirán para siempre con seguridad en la tierra de Abrahán, la cual les será devuelta. Los que de veras aman a Dios, se alegrarán; pero los que practican el pecado y la injusticia desaparecerán de la faz de la tierra.
8. Ahora pues, hijos míos, lo que yo les mando es que sirvan a Dios con sinceridad y que se comporten como a él le agrada. Eduquen a sus hijos para que practiquen la justicia y la limosna, para que se acuerden de Dios y para que en toda ocasión lo bendigan sinceramente y con todas sus fuerzas.
9. En lo que a ti respecta, hijo mío, sal de Nínive. No te quedes aquí. Cuando tu madre muera y le hayas dado sepultura a mi lado, ese mismo día vete y no permanezcas más en este país, donde veo que hay mucha injusticia y mucho fraude del que nadie se avergüenza.