12. Permanece en el campamento, mantén alerta a todos los que forman tu ejército y manda que tus soldados se apoderen del manantial que brota al pie de la montaña,
13. porque ahí van a buscar agua los habitantes de Betulia. Cuando ya estén muriéndose de sed, entregarán la ciudad, y nosotros entonces, con toda nuestra gente, subiremos a la cima de los montes cercanos, acamparemos allí y estaremos atentos a que ni un solo hombre salga de la ciudad.
14. El hambre los consumirá con sus mujeres y sus niños, y antes que la espada caiga sobre ellos, habrán quedado tendidos por las calles de su ciudad.
15. Así harás que paguen muy caro su rebeldía y el haberse negado a salir pacíficamente a recibirte.
16. Holofernes y todos sus oficiales acogieron con satisfacción la propuesta; así que ordenó que se actuara tal como se había dicho.
17. Entonces los amonitas levantaron el campamento y, junto con cinco mil asirios, acamparon en el valle y se apoderaron de las cisternas y los manantiales de los israelitas.
18. Los edomitas y los amonitas subieron luego para acampar en la montaña, frente a Dotán; enviaron también un destacamento hacia el sur y el este, frente a Egrebel*, cerca de Cus*, que está a orillas del torrente Mocmur. El resto del ejército asirio acampó en la llanura, cubriendo todo aquel territorio en el cual sus tiendas de campaña y su impedimenta formaban un inmenso campamento que albergaba a una enorme muchedumbre.
19. Los israelitas, profundamente desalentados al verse rodeados por sus enemigos y sin posibilidad alguna de romper el cerco, invocaron al Señor su Dios.
20. Todo el ejército asirio, con su infantería, sus carros de guerra y su caballería, mantuvo asediada a Betulia por espacio de treinta y cuatro días, de manera que las reservas de agua se agotaron para todos sus habitantes.
21. Las cisternas quedaron vacías y el agua, cuyo reparto era racionado, no alcanzaba ni un solo día a calmar la sed de nadie.
22. Los niños languidecían, mientras las mujeres y los jóvenes, consumidos por la sed, caían desfallecidos en las calles de la ciudad y en los umbrales de las puertas.
23. El pueblo entero, jóvenes, mujeres y niños, se levantó entonces clamando a grandes voces contra Ozías y contra las autoridades de la ciudad. En presencia de todos los ancianos decían:
24. — ¡Que Dios juzgue entre ustedes y nosotros el gran daño que nos han causado negándoos a hablar de paz con los asirios!