17e. Si me he negado ha sido por no dar a un ser humano el honor que sólo te corresponde a ti, oh Dios. Ante nadie me postraré que no seas tú, mi Señor; y no lo haré por arrogancia.
17f. Señor, Dios y Rey mío, Dios de Abrahán, perdona ahora a tu pueblo, porque quieren exterminarnos y destruir la que es tu heredad desde el principio.
17g. ¡No menosprecies al pueblo que tú mismo rescataste de Egipto!
17h. Escucha mi súplica y sé propicio a tu pueblo. Convierte en alegría nuestro dolor, para que, viviendo, podamos cantar himnos a tu nombre, Señor. ¡No permitas que enmudezcan los labios que te alaban!
17i. Todo Israel, viéndose amenazado de muerte, clamaba a Dios con todas sus fuerzas.
17j. Presa de mortal angustia, la reina Ester buscó ayuda en el Señor. Despojándose de sus vestiduras reales, se vistió con ropas apropiadas a aquellos tiempos de luto y aflicción. En lugar de finos perfumes, cubrió su cabeza con polvo y ceniza; mortificó duramente su cuerpo y, en vez de complacerse con alegres adornos, dejó que cayeran sobre él sus cabellos lacios y enmarañados. Luego oró al Señor, Dios de Israel, diciendo:
17k. — Señor mío, único Rey nuestro, ven en mi socorro, porque estoy sola y no tengo otra protección que la tuya en el peligro que me amenaza.
17l. Desde mi niñez he oído decir a mis parientes paternos que tú, Señor, tomaste a Israel de entre todas las naciones y a nuestros antepasados de entre sus predecesores, para que fueran tu heredad perpetua. Y tú cumpliste todo cuanto les habías prometido.
17m. Pero ahora, que hemos pecado contra ti, nos has entregado en manos de nuestros enemigos, por habernos rendido ante sus dioses en adoración. Y tú, Señor, eres justo.
17n. Pero ellos no se contentan con tenernos sometidos a una amarga esclavitud*, sino que han jurado ante sus dioses anular tus designios, destruir tu heredad, cerrar la boca de los que te alaban y extinguir el esplendor de tu Templo y tu altar.
17o. Señor, no entregues tu cetro a dioses que nada son, ni permitas tampoco que otros se burlen de nuestra desgracia: vuelve sus propósitos contra ellos mismos, y castiga ejemplarmente al que inició esto contra nosotros.