2. Uno de ellos, hablando en nombre de todos, dijo:— ¿Qué intentas sonsacarnos? ¡Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar las leyes de nuestros antepasados!
3. Fuera de sí, el rey mandó poner al fuego sartenes y ollas;
4. cuando ya estaban hirviendo ordenó que cortasen la lengua al que había hablado en nombre de los demás, que le arrancaran el cuero cabelludo y le cortaran las extremidades a la vista de sus hermanos y de su madre.
5. Estando ya totalmente mutilado, el rey mandó que lo echaran al fuego y, vivo todavía, que lo arrojaran a la sartén. Mientras el humo de la sartén se extendía por todos lados, los hermanos y la madre se animaban unos a otros a morir con valentía, diciendo:
6. — Dios, el Señor, todo lo ve y tendrá verdaderamente piedad de nosotros, como dijo Moisés en su cántico de protesta contra Israel: “El Señor tendrá compasión de sus siervos”.
7. Una vez muerto el primero, llevaron al suplicio al segundo, a quien, después de arrancarle el cuero cabelludo, le preguntaron si querría comer antes de que torturaran su cuerpo miembro a miembro.
8. Él respondió en su lengua materna, exclamando:— ¡No!Entonces le hicieron sufrir el mismo tormento que al primero,
9. pero cuando ya iba a exhalar su último suspiro, dijo:— Tú, criminal, nos quitas la vida presente; pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, pues morimos por guardar sus leyes.
10. Después torturaron al tercero, quien, nada más ordenárselo, sacó la lengua y extendió valerosamente las manos,
11. mientras decía:— De Dios he recibido estos miembros; ahora, sin embargo, por amor a sus leyes, los desprecio con la esperanza de recuperarlos de él nuevamente.
12. El rey y los que lo acompañaban estaban asombrados por el valor de aquel joven, que no temía al tormento.
13. Después de él, torturaron igualmente al cuarto que,
14. estando a punto de morir, dijo:— Quienes mueren víctimas de la crueldad humana, albergan la esperanza de que Dios los resucitará. Para ti, sin embargo, no habrá resurrección a la vida.
15. Trajeron en seguida al quinto y comenzaron a torturarlo;
16. y él, mirando al rey, dijo:— Tú, aunque eres mortal, tienes poder sobre seres humanos y haces lo que mejor te parece: pero no pienses que Dios ha abandonado a nuestro pueblo.
17. Aguarda un poco y verás cómo, con su gran poder, te atormentará a ti y a tus descendientes.
18. Luego trajeron al sexto que, ya al borde de la muerte, dijo:— No te hagas vanas ilusiones, pues nosotros padecemos por nuestra propia culpa. Por haber pecado contra nuestro Dios, nos suceden estas cosas terribles.